Educación superior y ciberseguridad

Nuestros colegas realizaron un estudio en el que, entre otras cosas, evaluaron cómo la educación en el campo de la seguridad de la información se relaciona con una carrera en ese campo.

El mercado laboral ha experimentado durante mucho tiempo una escasez de expertos en ciberseguridad. A menudo, las empresas que necesitan especialistas en seguridad de la información no pueden encontrar ninguno, al menos, aquellos que tengan la educación formal especializada y la experiencia necesaria. Para comprender lo importante que es para una empresa contar con especialistas con educación formal en esta área y qué tan bien dicha educación satisface las necesidades modernas, nuestros colegas realizaron un estudio en el que entrevistaron a más de mil empleados de 29 países en diferentes regiones del mundo. Entre los encuestados se encontraban especialistas de varios niveles: desde principiantes con dos años de experiencia, hasta directores de Tecnología de la Información (CIO) y gerentes de Centros de Operaciones de Seguridad (SOC) con 10 años de experiencia. Y, a juzgar por las respuestas de los encuestados, parece que la educación clásica no se mantiene al día con las tendencias de la seguridad de la información.

En primer lugar, los resultados de la encuesta indicaron que no todos los especialistas tienen una educación superior: más de la mitad (53 %) de los trabajadores de la seguridad de la información no tienen educación de posgrado. Y, en lo que respecta a los que sí la tienen, uno de cada dos trabajadores duda de que su educación formal realmente les ayude a realizar sus tareas laborales.

La ciberseguridad es una industria que cambia rápidamente. El panorama de amenazas está cambiando tan rápido que incluso un retraso de un par de meses puede ser crítico, mientras que la obtención de un título académico puede llevar de cuatro a cinco años. Durante este tiempo, los atacantes pueden modernizar sus tácticas y métodos de tal manera que un “especialista” graduado en seguridad de la información tendría que leer rápidamente todos los artículos más recientes sobre amenazas y métodos de defensa en caso de un ataque real.

Los especialistas en seguridad de la información con experiencia en la vida real sostienen que las instituciones educativas, en cualquier caso, no proporcionan suficientes conocimientos prácticos y no tienen acceso a tecnologías y equipos modernos. Por lo tanto, para trabajar en el campo de la seguridad de la información y luchar contra las ciberamenazas reales, de todos modos se requiere cierta educación adicional.

Todo esto, por supuesto, no significa que los profesionales de la ciberseguridad con educación superior sean menos competentes que sus colegas sin ella. En última instancia, la pasión y la capacidad de mejorar continuamente son de suma importancia en el desarrollo profesional. Muchos encuestados señalaron que recibieron más conocimientos teóricos que prácticos en las instituciones educativas tradicionales, pero sintieron que la educación formal seguía siendo útil ya que, sin una base teórica sólida, la incorporación de nuevos conocimientos progresaría más lentamente. Por otro lado, los especialistas que no tienen ninguna educación de posgrado, o que llegaron a la seguridad de la información desde otra industria de la tecnología de la información, también pueden convertirse en especialistas efectivos en la protección contra las ciberamenazas. Realmente todo depende de la persona.

Cómo mejorar la situación del mercado

Para que el mercado atraiga a un número suficiente de expertos en seguridad de la información, la situación debe ser equilibrada para ambas partes. Primero, tiene sentido que las universidades consideren asociarse con Kaspersky Academy Alliance empresas de ciberseguridad. Esto les permitiría proporcionar a los estudiantes conocimientos más aplicables en la práctica. Y, en segundo lugar, es una buena idea que las empresas desarrollen periódicamente la experiencia de sus empleados con la ayuda de cursos educativos especializados.

Fuente: latam.kaspersky.com

 

Manifiesto del Software Libre en la Educación Superior

Hoy en día es innegable la integración de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones al proceso curricular. La Universidad no puede estar ajena a los desafíos que impone la Sociedad de la Información para permanecer a la vanguardia de los avances tecnológicos, y vincularlos a una actividad académica de excelencia.

El software se convierte en un elemento ubicuo, que digitaliza y virtualiza cada vez con más énfasis las actividades pedagógicas.

El software, que nació Libre en la Universidad para representar el conocimiento, a lo largo del tiempo, se fue convirtiendo en una mercancía, contaminándose del egoísmo y ambición económica de empresas, al tiempo que se convertía en una caja negra, privada e inescrutable. Al punto que hoy, es un commodity en las economías mundiales, dentro de las cuales se desata una perpetua lucha de subsistencia.

Es impensable imaginar al Siglo XXI sin la existencia del software. Pero en el paradigma informático creado a medida de algunas empresas, el software, un elemento reproducible hasta el infinito, ha sido convertido artificialmente a la forma de producto escaso y vendible, lo cual contradice con el principio que versa: “El Conocimiento es el único bien que más crece cuando más se comparte”. En este paradigma, el conocimiento contenido en el software se privatizó bajo los preceptos del Copyright: “Todos los derechos reservados”, y “Queda expresamente prohibido …».

El mercantilismo del software ha tergiversado el concepto de “producto”, a tal punto que se ha convencido a la sociedad que cuando alguien paga por un software determinado, asume que ha comprado algo haciéndolo propio, cuando en realidad está pagando sólo un permiso para usarlo, y aceptando voluntariamente un sinnúmero de restricciones que lo obligan a renunciar a su libertad de usarlo según su mejor criterio. Por eso este software “producto” se llama “privativo”.

Queda fuera de discusión el derecho que en el ejercicio de su libre albedrío, personas y empresas deseen pagar indefinidamente por un permiso para poder usar el mismo software y renunciar a sus libertades sobre él. Pero la Universidad, cuna del Conocimiento se enfrenta al dilema de usar y enseñar con un software que no puede estudiar ni compartir, o encontrar un camino de liberación en el que el software sea conocimiento y no una mercadería.

A ese dilema se enfrentó Richard Matthew Stallman, un investigador del Laboratorio de inteligencia artificialdel Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), cuando se le pidió que firmara un acuerdo de no divulgación (non-disclosure agreement) y llevara a cabo acciones que consideraba eran traicionar a sus principios. En 1983 Stallman anunció que iniciaba un proyecto para crear un sistema operativo para computadoras completamente libre, que sea una alternativa al sistema operativo Unix, al que denominó GNU (léase Ñu) (GNU No es Unix). Esto lo llevó a escribir el “Manifiesto GNU”, el que se convirtió en la fuente filosófica de lo que hoy es el Movimiento del Software Libre.

Stallman planteó cuatro principios (libertades) fundamentales para reivindicar y preservar la libertad de los usuarios sobre los programas de computadora que utilizan, los que se resumen en:

Que el programa pueda ser ejecutado y usado de todas las formas y propósitos que el usuario quiera. Que se pueda estudiar, cambiar y publicar los cambios en el programa. Que se pueda copiar y distribuir libremente, con lo que se pueda ayudar al prójimo. Que se pueda mejorar el programa y hacer públicas las mejoras, de modo que se beneficie toda la comunidad.

Estos principios son coherentes con el compromiso social y la esencia de la educación pública para diseminar el conocimiento universal.

Pero además, existen razones fundamentales por las cuales la educación pública no puede (ni debe) hacerse con software que no respete las libertades del Software Libre.

Razón inclusiva: Los alumnos deben tener acceso a los mismos recursos pedagógicos que utiliza el docente. Plantear una estrategia de enseñanza con programas que los alumnos no podrán obtener gratuitamente y sin restricciones para poder estudiar, es discriminatorio.

Razón innovadora: Si los alumnos pueden ejecutar el programa de la manera en que ellos quieran, podrán utilizar todo su potencial creativo para explotar las posibilidades que ofrece y crear nuevo conocimiento.

universidad_linuxRazón temporal: El software libre garantiza que el código fuente del programa siempre estará disponible para analizar, estudiar, modificar y distribuir. Esto asegura que el conocimiento incorporado al software es independiente de las empresas que lo mantienen, y aunque éstas desaparezcan, siempre habrá una comunidad disponible para mantenerlo. La obsolescencia artificial inducida por las empresas que producen software privativo, no tiene efecto sobre un software que siempre estará actualizado y accesible.

Razón moral: La educación debe ir mucho más allá de enseñar aplicaciones elegidas por su marca, por la simple razón que “es lo que se usa”. Los alumnos deben aprender los conceptos y fundamentos de funcionamiento de las herramientas que utilizan. La universidad debe enseñar las bases conceptuales más amplias, y no ser una creadora de futuros clientes de marcas de software “producto”, ni mucho menos inducir a la ilegalidad de la obtención de copias de software con licencia privativa.

Razón económica: La libertad de copiar Software Libre permite acceder y usar los programas sin la obligación de pagar por ellos. Las actualizaciones perpetuas del software están garantizadas, sin necesidad de volver a pagar por cada actualización. Asimismo, los fondos públicos que se destinan a pagar licencias de software privativo, podrán destinarse a otras necesidades más imperiosas, o a inversiones estratégicas que mejoren la calidad educativa. “El Software Libre no es gratis”. El hecho que se pueda acceder al software sin pagar una licencia de uso, no implica que no haya un modelo de negocio que lo sustente. Sucede que el modelo está centrado en los servicios de valor agregado, y no el el software como “producto”.

Razón social: La filosofía del Software Libre es coherente con los modelos de sustentabilidad social de la naturaleza. Es un modelo cooperativo-colaborativo basado en el mutualismo, cuyo fin superior es el bienestar y crecimiento de la comunidad.

Citando a Jorge Cabezas, Director de la Conferencia Internacional de Software Libre en Argentina: «Cada adelanto e innovación desarrollada en la historia es producto de la acumulación de conocimientos previos. Quien avanza un poco más los horizontes del conocimiento, en realidad, se sienta sobre los hombros de ese gigante que es el conocimiento producido previamente por otras generaciones».

Es claro que el único camino para la generación del conocimiento es el Software Libre, donde se pone en evidencia que el modelo económico del software privativo, al final, es un juego de suma cero.

En el contexto tecnológico actual, nos encontramos frente al dilema de encontrar la tecnología adecuada que dé soporte a las cátedras. Una decisión que tendrá profundos efectos en el desempeño académico de los alumnos y su futura actividad profesional.

Ante este escenario, hacemos un llamamiento a los docentes a tener una mirada crítica de las circunstancias en las que crearon su conocimiento, y atisbar un escenario donde liberar sus mentes y las de sus educandos.

Estamos ante un nuevo paradigma: Es legal. Es políticamente correcto. Es socialmente aceptable. Es Software Libre.

«La libertad no es poder elegir entre unas pocas opciones impuestas, sino tener el control de tu propia vida. La libertad no es elegir quien será tu amo, es no tener amo.»

Richard Stallman

Fuente: www.somoslibres.org


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