‘La fábrica de cretinos digitales’, primera generación con coeficiente intelectual más bajo que el de sus padres

 

La tecnología digital está haciendo bien o mal a los niños y adolescentes del mundo. La duda surge entre los padres, profesores y médicos que se preguntan cómo serán en el futuro los niños nacidos en la era digital, menores que se pasan horas con los videojuegos, navegando en internet o viendo la televisión.

El libro ‘La fábrica de cretinos digitales’, del neurocientífico francés Michel Desmurget, ha encendido el debate porque asegura que la tecnología afecta al desarrollo neuronal de los niños creando “cretinos digitales” .

Desmurget, director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud de Francia, cuenta de forma contundente cómo los dispositivos digitales están afectando gravemente, y para mal, el desarrollo neuronal de niños y jóvenes denominados millenials, centenials, o simplemente, nativos digitales. El neurocientífico francés afirma que se debe hacer un uso controlado y educativo de la tecnología. Desde 2007, con la aparición de los teléfonos inteligentes y un par de año más tarde de las tablets y computadoras portátiles, se incrementó la dependencia hacia las pantallas, según una publicación de Infobae.

El libro, ‘La fábrica de cretinos digitales’, señala que los «nativos digitales» son los primeros niños que tienen un coeficiente intelectual más bajo que sus padres, una tendencia documentada en países como Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos o Francia. Esas mismas pantallas que cada vez tiene una gran influencia en ellos, los convierte por primera vez en menos inteligentes. El autor advierte de la sobreexposición a la tecnología con fines de entretenimiento.

El neurocientífico francés sostiene que las causas están identificadas: disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad, entre otros aspectos, que influye en la maduración cerebral, según una publicación de Diario de Sevilla.

“Los principales fundamentos de la inteligencia de una persona, es decir, lo que nos ayuda a organizar y entender el mundo, están amenazados psíquicamente y también físicamente.

La arquitectura cerebral se construye a medida que crecemos y sus características finales dependen de la experiencia que transitamos la cual modifica tanto la estructura como el funcionamiento de nuestro cerebro. Así es como en respuesta a las vivencias, algunas áreas del más complejo de nuestros órganos se vuelven más gruesas, otras más delgadas; algunas conexiones se desarrollan, otras se desvanecen. Por ejemplo, se ha demostrado que el uso de videojuegos de acción conduce a un engrosamiento en ciertas regiones motoras relacionadas con la manipulación del joystick o el procesamiento de recompensas, las mismas que se ven involucradas en la adicción”, sostiene el neurocientífico.

El problema con las pantallas recreativas es que alteran el desarrollo del cerebro de los niños y lo empobrece, sostiene el autor del libro. Desmurget afirma que la mayoría del tiempo que pasan los niños y jóvenes frente a cualquier pantalla, con preferencia a los smartphones, es recreativa y no educativa. «Los preadolescentes usan trece veces más la tecnología para divertirse que para fines relacionado con la escuela. Los adolescentes, cerca de ocho. El tiempo que los niños y jóvenes pasan ante un dispositivo digital es abrumador», precisa.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo las primeras recomendaciones sobre el uso de pantallas en la primera infancia en 2019, y que se basan en que los niños de menos de un año no deben ser expuestos a ningún tipo de dispositivo electrónico. Los menores de dos a cuatro años tampoco deberían tener más de una hora por día de lo que llaman, que incluye juegos de computadora o televisión. El autor vive casi en una burbuja analógica, en medio del mundo digital. No tiene redes sociales y usa un viejo Nokia sin conexión a Internet, siguiendo el consejo de los gurús de Silicon Valley: en tecnología, menos es más. O, vendo tecnología, pero no la consumo. “Una día un periodista del New York Times le preguntó a Steve Jobs que qué pensaban sus hijos del iPad, y el genio de Apple le contestó que en su casa no había iPads ni computadoras.

El periodista se puso a investigar y descubrió que lo mismo ocurría con otros altos cargos de Silicon Valley. Un alto ejecutivo de Google también reconoció que sus hijos no usaban pantallas. Y Chris Anderson, ex editor de “Wired” y actual director de una compañía robótica, lo resumió a la perfección en una entrevista al mismo diario: ´Mis hijos dicen que mi esposa y yo somos unos fascistas por preocuparnos tanto por la tecnología. Según ellos, ninguno de sus amigos tiene tantas reglas. Eso es porque hemos visto los peligros de la tecnología de primera mano. Lo he visto en mí mismo y no quiero que les pase a mis hijos´. Chamath Palihapitiya, unos de los primeros ejecutivos de Facebook, confesó una ´tremenda culpa´ por haber contribuido a desarrollar unas herramientas que están desgarrando el tejido social.

Mientras que los niños desfavorecidos se someten cada vez más al aprendizaje digital en las escuelas, los más ricos (incluidos los niños de los gurús de Silicon Valley) van a clases donde las pantallas están prohibidas”, indica Desmurget. El cerebro no está preparado para el procesamiento paralelo, es decir; para las interrupciones que significa la conexión a aparatos tecnológicos. Lo que se denomina multitarea es simplemente una tarea en serie, la multitarea mientras se hace los deberes no solo es menos eficiente, sino que también perturba la capacidad para memorizar lo aprendido y aumenta la impulsividad y las habilidades de concentración.

Fuente: www.elcomercio.com